lunes, 13 de febrero de 2012

El teatro es un accidente.

Mensaje del Día Mundial del Teatro en Querétaro

Por Luis Enrique Gutiérrez O.M.
(El texto original puede encontrase en teatromexicano.com.mx).

El teatro es un accidente. Un bello accidente. Ni siquiera debería existir. Si lo pensamos bien, siempre ha sido, más que una institución, el tránsito hacia la formación de otras instituciones. En la escena están, más o menos representados, todos los elementos que nos conforman como civilización. Se resiste a morir porque ni siquiera ha nacido. Cada que el teatro parece morir aparece algo más en su lugar, algo que también es teatro. En cada obra reinventamos lo que entendemos por teatro, lo que entendemos por ser humano. Si seguimos haciendo teatro es porque hay cosas que solo el teatro puede hacer, hay verdades que solo pueden tomar forma en la escena, que solo pueden revelarse ante una comunidad en un escenario. Es un rito sin dios, o mejor dicho, un rito que no se decide por un dios en especial, sino que lo crea en cada representación. Es el rito de la duda, el rito de la resistencia. El camino más corto entre la comunidad y la revelación. En este mundo, cada vez menos pensante, cada vez más individual, el teatro es el único lugar en el que podemos reunirnos a pensar como comunidad, como iguales. El único lugar en el que podemos reunirnos a pensar, a pensarnos. Por eso hacemos teatro, por eso hoy lo celebramos.



Como ya dije, el teatro no puede morir. Simplemente no sabe morir, por eso no vengo a conminarlos a no dejar morir al teatro. Vengo a compartir con ustedes, mis colegas, la felicidad que me provoca ser parte del teatro. Podemos quejarnos de tantos viajes, del día a día, podemos decir a veces: mierda, yo debí dedicarme a la contabilidad, podemos quejarnos siempre, pero sabemos que es mentira, sabemos que somos parte de una tradición milenaria, sabemos que somos portadordes de la antorcha que cuestiona, sabemos, además, que tenemos la profesión más bonita del mundo, esta profesión que por cada minuto nos regresa cien, sabemos que un solo gesto sobre la escena puede cambiar la vida de un espectador.



Hoy estoy aquí porque hace diez años el teatro cambió mi vida. Mi vida se hizo teatro. En un principio era una relación de esquina: el teatro me pagaba y yo le ofrecía algo de placer. Así era. Pero el teatro tiene algo que enamora. Y es que hay putas con las que no debería uno acostarse. Cuando el teatro te toca algo en ti ha cambiado, de alguna manera sabes que por el teatro eres mejor. A diez años de dormir con esta bestia del placer moral, ya tenemos una hermosa familia, una familia que en cada ciudad tiene un pariente y en cada escenario un techo y un colchón. Este día me gusta para gritarle al Estado que no importa lo que haga por envilecernos, por hacernos más pequeños, por alejar nuestra voz del público, no importa, porque aquí estamos, hoy, como desde hace más de dos milenios, y cuando este mundo de porquería haya caído, cuando la panda de gobiernos corruptos que nos gobiernan hayan desaparecido, cuando ustedes, sátrapas de mierda sean pasto del olvido, nosotros aquí seguiremos, haciendo teatro, siendo teatro, ¿qué otra cosa íbamos a hacer?