¿Qué es el actor?
¿Es hoy día, un actor frágil totalmente desnudo, atado, vulnerable, sin maquillaje, denotando que lleva horas en la misma posición, indefenso… mejor o más deseable que uno experimentado, ataviado, atractivo, fuerte, prácticamente invulnerable y recitando sus líneas con precisión?
He odio de los actores que desean lucirse y de los que desean sentir; en la clase alcanzar a notar que muchos de los chicos tenían muchas ganas de actuar, incluso yo diría mucha prisa; otros querían explotar todo su energía, incluso derrocharla; y solo en un par de los chicos más experimentados vi que tenían verdaderas ganas de sentir. Yo deseo alcanzar ese punto, pues una de las razones por la que me está atrayendo el teatro cada día más es porque llevo toda una vida desconectado de mis emociones, pero por algún razón, al estar en los ejercicios, a pesar de que parecen sencillos, y de que es una oportunidad para poder disfrutar algo que es muy deseable y poco común como mostrar sentimientos y sensaciones compartiéndolas con otros; hubo momentos en que se sentía más como un trámite que había que realizar más que una oportunidad y eso me preocupa mucho, porque no me gustaría que este proceso de cambio y de humanización se convierta en una competencia sin sentido en la que por tratar de demostrar a mi o a otros que puedo pierda ese sabor tan especial que tiene el teatro.
¿Qué es lo que encuentro en esta búsqueda como actor?
Esa es la pregunta que se repitió en cada día del taller, y presiento que va a ser la más constante al hacer el balance y a mí me es muy difícil de responder aún, porque no me considerar actor, (o dramaturgo o productor o director, ni siquiera artista). Yo me considera un entusiasta del teatro que lleva 30 años como público cautivo y que por alguna razón tuvo la oportunidad de cruzar el proscenio del foro al escenario, como si me invitar a pasar y a probar lo que hay del otro lado de las luces… y me gustó mucho; y tan solo estar me hace sentir muy feliz y lleno de vida, pero aún no encentro las palabras para explicarlo, ha sido muchísima información a la vez, en muy pocos días. Me atrevería a cambiar la pregunta a ¿qué es lo que encuentras en esta búsqueda como un ser sintiente que puso un pie en la tablas y le permiten espiar un poco de como se hace el teatro? Pues que me gusta, tengo ganas de entrarle y de quedarme adentro, de hacer algo nuevo todos los días, de comprender las sutilezas de este arte, de ver que puedo lograr como persona, de humanizarse, de ayudar en lo que pueda, de divertirme, de disfrutar y volverme humilde, de callar a mi ego; pero la respuesta definitiva es que encuentro que me falta muchísimo por aprender.
¿Qué es lo que encuentro en esta búsqueda como persona?
Qué tengo un ego, ya no tan inflado independiente de que todo el tiempo me lo dicen, pero sí muy rígido, férreo, endurecido y afilado, al grado que muchas de los problemas en los que me he metido en vida aparecen cuando brota mi ego y no lo dijo ir, y termino pelando con la gente en vez de relacionarme abiertamente; que aún le tengo mucho miedo al ridículo, pero ya no quiero tener no, porque se siente como un lastre que no me deja moverme a gusto, y que si estoy en teatro aunque sea espiando, no puedo estar aquí perdiendo el tiempo o quitándole el espacio a alguien más que tenga talento, fuerza y disciplina; si entre en la escuela ya no son momentos para cosas como “me da pena”, “no puedo”, “yo no hago eso”, “mejor me salgo” o “que lo haga otro”.
No estoy seguro de que es lo que quiero en la vida, porque me gustan muchas cosas y tengo muchos intereses: los libros, la astronomía, las matemáticas, la música, el canto, la ecología, la filosofía, el cine, el comic, el ánime, los cuentos, las fábulas, las leyendas, los juegos, la natación, la nutrición, la comida típica y la exótica, la historia de México y del mundo, pero en especial la prehispánica; pero el teatro es algo levemente diferente a todo lo que conozco, porque se siente tan delicioso, fresco y divertido como nadar, pero al final no termino menos cansado que cuando empecé; tan profundo, tan extenso, tan sensible y tan esotérico como meditar o como el misticismo o la filosofía oriental, pero mucho más real, vivido, práctico y con resultados palpables; tan extraño, tan interesante, tan llamativo y con tantas variables como cualquiera de las ciencias, pero mucho más próximo al contacto humano y las necesidades interiores; tan sensible, tan fluido, tan hermoso, tan simple y complejo a la vez, como cualquiera de las otras artes, pero algo me dice aquí sí puedo poner mi granito de arena, aunque sea trapeando la duela del escenario.
No sé cuál es mi vocación, de hecho sinceramente creo que no tengo ninguna vocación, pero si me dieran la oportunidad de que se me concedieran tener una, me encantaría que fuera el teatro.
El único problema es que aun así, no sabría definir que quiero hacer, pues me gusta actuar, o a jugar a que soy actor para ser más realistas porque de hecho no me siento como un actor, más bien como un imitador, un personificado, un gesticulador que está plagado de miedos particularmente del miedo de que lo que logre en vez de que me haga crecer, me vuelva más vanidoso de lo que ya soy; pero me gusta más la idea escribir teatro, dirigir una obra, producir lo necesario, controlar la iluminación, planear la logística o ayudar en la gestión.
Aun así, jugando, quiero ser partícipe de una obra, porque me estoy dando cuenta de que cualquier otra persona podría interpretar el personaje mejor o peor que yo, pero que solo yo podría hacerlo tal y como yo lo haría. Me toque el papel o el trabajo que me toque.
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